Cristo de la Vega 2017

Hola a todos. Acabo de enterarme por la prensa que he ganado el primer premio de poesía Cristo de la Vega de Socuéllamos.

La lectura de los tres sonetos será el próximo 6 de agosto. A partir de esa fecha colgaré en esta página los tres poemas.

Un abrazo

Gregorio

Primer premio de relato de Pedro Muñoz. 2012

LA ILUSIÓN DE PABLITO

Hacía mucho calor para la época, mediados de abril. Eran las siete de la tarde y Pablito, un niño de siete años de cabello rubio, rizado, alto y delgado acababa de salir de la academia de inglés que estaba en la Plaza de España, frente al ayuntamiento. Al salir se encontró con su abuelo Venancio.

 

—¿Dónde vas con tanta prisa? —le preguntó.

—Voy a clase de música, acabo de terminar la de inglés.

—Así me gusta, que seas un chico aplicado —respondió sintiéndose muy orgulloso de su  nieto.

—Y tú, ¿dónde vas? —interrogó Pablito.

—Voy al casino. He quedado con don Justo, el veterinario, don José el practicante y otros amigos.  Vamos a echar la partida —respondió.

—Lo siento abuelo, pero es tarde y voy a perder la clase, después vendrá papá y me llevará al entrenamiento —respondió, le saludó con la mano y salió corriendo en dirección a su aula.

 

Llegada la noche, de nuevo se encontró con el padre de su madre, que vivía con ellos.

 

—¿Qué tal Pablito el resto de la tarde?

—Cuando te dejé fui a clase de música. El profe ha compuesto una canción sobre los mayos, con el título “El treinta de abril en Pedro Muñoz” que, según nos dijo, se  la oyó canturrear a su abuela de pequeño, la ha repescado para nosotros. Hemos estado practicando para cantarla ese día.

—¡Qué curioso! —exclamó con alegría.

—¿Quieres que te cante el primer estribillo? —dijo el niño, muy cautivado en que su abuelo lo escuchase.

—Está bien, Pablito. Escuchémosla.

 

Se acerca el treinta de abril,

Pedro Muñoz sale a cantar,

tiene ganas de bailar,

bajo la luz del candil.

—Llamativa estrofa. El caso es que me suena. Espero que guste —comentó el abuelo frunciendo el ceño mientras trataba de recordarla.

—Después, mi padre vino a recogerme y me llevó al campo de fútbol. El sábado jugaremos un partido muy importante en Tomelloso, si ganáramos o empatáramos, seríamos campeones de grupo y llegaríamos a la final provincial con el campeón del otro grupo —afirmó el niño.

—Muy interesante. Estás esperando que llegue ese día y poder disputar el partido más importante de tu vida —manifestó  el abuelo.

—Por la mañana jugaremos al fútbol-siete con mis compañeros y, por la tarde asistiré a la coronación de mi hermana como reina en la fiesta de los mayos. También es muy importante —expuso Pablito.

—Si tuvieras que elegir entre las dos cosas. ¿Con cuál te quedarías?    —preguntó el abuelo con suma curiosidad.

—No sé si lo he entendido bien, abuelo. ¿Me preguntas que elija entre ser campeón con el equipo del pueblo, o qué mi hermana sea la reina de los mayos?  —dijo el niño muy pensativo.

—Eso es, Pablito —incidió el abuelo.

—Me lo pones muy difícil.  Yo quisiera ser el mejor equipo de la provincia, es una conquista grande para todos los chicos que jugamos, pero, por otro lado,  estoy muy ilusionado con que mi hermana sea la reina de la fiesta de los mayos   —declaró el niño muy convincente.

Llegó el sábado y Pablito apareció en el calvario, en la parada de autobuses y se dispuso a coger el  suyo, camino de Tomelloso para disputar el ansiado partido. Eran las ocho de la mañana, la hora prevista para la salida, cuando Gerardo  contó a los jugadores convocados y comprobó que estaban todos:

 

—¡Podéis subir, niños!  —ordenó el entrenador.

 

.           Cada uno  se fue colocando en su asiento y el autobús arrancó rumbo a su destino. Con ellos iba el equipo de balonmano alevín femenino del pueblo, que también tenía que jugar allí. Pablo iba pensando en el partido. Imaginaba que él marcaría el gol de la victoria y que la semana próxima jugarían la final contra Puertollano, que era el campeón del otro grupo. Se creía importante porque todos sus compañeros confiaban en él. Era el máximo goleador del equipo, con nueve goles en lo que iba de campeonato.

 

El autocar dejó al equipo de balonmano en el pabellón “San Antonio” e,  inmediatamente llegaron al campo de fútbol. El entrenador dio la alineación y Pablito estaba entre los titulares. 

El encuentro comenzó a las diez y a los pocos minutos el equipo de Tomelloso marcó.

 

Pablito sacó de centro e inmediatamente, tras un contragolpe fue zancadilleado dentro del área, penalti, que él mismo transformó. A la siguiente jugada se dio un golpe contra la portería, con tal mala fortuna que parecía que se había roto la tibia,  el entrenador fue en su búsqueda y se dio cuenta de que probablemente la tendría rota. Uno de los encargados del equipo local se prestó a llevarlos rápidamente al hospital.

El niño no paraba de llorar, no sólo por habérsela roto. También, por dejar a su equipo sin su colaboración y porque no podría estar por la tarde junto a su hermana, ¡así no podría verla!

 

En seguida que llegó al hospital le hicieron unas placas y comprobaron que tendrían que intervenirlo. Él aguantó estoicamente hasta que le pusieron el hueso en su sitio. Pronto se vio con su escayola nueva y  reluciente.

 

Al terminar, su entrenador llamó a su mujer que viniera por ellos, pero se hallaba sin cobertura, porque el autobús ya había partido de vuelta al pueblo.

            Después, llamó a casa de Pablito e informó de lo que pasaba. Le dijo al padre del niño que tendría que venir por ellos, al tiempo que le comunicaba el accidente.

 

El padre cogió su coche y fue a recogerlos. Agradeció lo que había hecho por su hijo y,  regresaron a Pedro Muñoz.

 

Durante el viaje el niño estaba triste. Su padre le preguntó:

 —¿Por qué estás tan serio, hijo?

—Porque no voy a poder ir a ver a mi hermana esta tarde —respondió con lágrimas en los ojos.

 

—No te preocupes por eso, Pablito. Yo te llevaré. Montarás en la silla para personas que no pueden andar y te acercaré hasta tu butaca.

 

Desde allí podrás ver como coronan a tu hermana.

El niño esbozó una sonrisa.

Por la tarde, a la hora del evento, él se sentó en un lugar privilegiado.

Se encontró con Iván, uno de sus compañeros del equipo de fútbol.

 

—Nos hemos clasificado para la final —le aseveró.

—¡Bien, lo hemos conseguido!  — Exclamó, apretando los puños.

 

El acto daba comienzo a la hora indicada, Estaba impaciente porque empezara. Los locutores tomaron sus posiciones. Él, con un traje marrón claro y corbata del mismo color; ella, con uno de color azul celeste, con una rosa blanca en el pecho.

 

Pablito no paraba de moverse. Los acontecimientos se iban desarrollando conforme a lo previsto.

 

Por fin llegó el gran momento: su hermana era coronada reina de los mayos de Pedro Muñoz. Sus ojos estaban fijos en el escenario, veía radiante como su hermana, durante el próximo año sería la embajadora del pueblo, bajo fuertes aplausos y al grito unánime de ¡Macarena, guapa!, estaba realmente emocionado, para él empezaba verdaderamente la fiesta de los mayos.

 

La noche del treinta de abril salió con sus compañeros de la clase de música a cantar la canción que su maestro había compuesto para ellos, aunque tendría que hacerlo desde su silla de ruedas.

Salieron poniendo toda su alma y, al finalizar, obtuvieron un fuerte aplauso. A partir de entonces esa canción formaría parte del acervo mayero de Pedro Muñoz.

 

 

Sus compañeros de curso se presentaron al concurso de farolas aunque no obtuvieron premio, se quedaron quintos y sólo había para los tres primeros.

 

 

Al día siguiente, uno de mayo, Pablito asistió, junto al resto de su familia al festival folclórico de la plaza de toros aunque no le importó hacerlo en su silla de ruedas. 

Segundo premio de poesía Cristo de la Vega 2013. Socuéllamos

TRES SONETOS AL CRISTO DE LA VEGA.

 

QUIÉN FUERA AVALADO POR TI.

 

Quién fuera como esos grandes actores

que en Socuéllamos se visten de gala,

encarnando al Cristo que los avala                                              

presentan todos sus grandes valores.

Quién fuera como esos finos pintores

que exponen sus cuadros en una sala,

trazan tu sonrisa a pequeña escala

 dibujándola con vivos colores.

 

Quién fuera maestro de sensaciones,

para componer esa  melodía

coral, de bonitos y bellos sones.

 

Quién fuera timonel, tenaz vigía,

para poder custodiar tus acciones,

tanto en la tierra, como en la bahía.

A LA BONDAD DE TU ALMA

 

Quisiera componer este soneto

para enaltecer la bondad de tu alma,

poquito a poco, tranquilo, con calma,

sencillas pinceladas que acometo.

 

Quisiera en este segundo cuarteto,

regalarte mi venerada talma,

esclavina que conservo en mi palma,

como emblema de amistad y respeto.

 

Quisiera ver la clara luz del día,

que me permita seguir a mi  hermano

y  poder tomar la correcta vía.

 

Quisiera saber,  Cristo castellano,

como a pesar de tu alta jerarquía,

siempre te manifiestas tan humano.

 

A LAS FIESTAS PATRONALES EN TU HONOR

Fiel a la cita,  compone el poeta

sus versos para esta noche estrellada

de agosto, con esa fina mirada

de persona tolerante, discreta.

 

Poema sellado en blanca tarjeta,

a la  cruz  carcomida, abandonada,

por el Cristo virtuoso consagrada;

y, guardado en la vetusta carpeta.

 

La hermandad, en nombre de todos, ruega

que se acerquen sin miedo a ver al Santo

y gocen de sus veladas geniales.

 

Cuando el esperado momento llega,

El Cristo de la Vega extiende el manto

y  proclama sus fiestas patronales.

 

 

 

GREGORIO

Primer premio de poesía Cristo de la Vega Socuállamos 2015

Soneto heroico: A LA HERMANDAD DEL CRISTO DE LA VEGA

 

Dirijo mi mirada a los hermanos

que forman hermandad con alegría,

mercedes obtenidas con hombría,

personas que nos tienden vastas manos.

Varones con bondades de cristianos,

difunden Tu Figura,  melodía

divina, nos la acercan cada día,

se muestran tan amables, tan cercanos.

 

Custodian a Dios, Cristo de la Vega,

patrón del municipio; con paciencia,

humildes pescadores, sus candelas

alumbran tu cortejo con prudencia,

faroles que iluminan la manchega

cañada, en calles llenas de teselas.

 

Soneto enfático: A TI, CRISTO DE LA VEGA   

 

Hallo frío tu rostro caluroso,

rebosante de amor frente a tanto odio,

lleno de vida, la muerte en el podio,

cariño sin rivalidad, ¡qué hermosos!

 

Quieres al desgraciado y al dichoso,

del enemigo, su amistad custodio,

bondad y maldal, sufrido episodio;

celos y confianza en el mismo coso.

 

En el desierto y en la montaña, oras;

ya sea verano ya asea invierno,

sonríes; con los que te apenan, lloras

mañana y tarde con cariño eterno.

Al vago y al trabajador, valoras 

con tu infinito querer paterno.

Soneto enfático: A TI, CRISTO DE LA VEGA

 

Alma afable, pastor de sus moradas.

Cirio en noche sombría, regocija

ver esa claridad en la vasija             

blanca con esas manchas roseadas.

Guía de las oscuras hondonadas.

Faro brillante, tul que nos cobija.

Luz que alumbra el camino, la clavija

que abre ese gran amor a sus llamadas.

 

Oh, Cristo de la Vega, Señor Nuestro,

Sol que tiende los brazos a su hermano,

Flor bella en el jardín del Gran Maestro.

 

Árbol de la esperanza tan cercano.

Tú  que eres el balcón de la mañana,

abre tu corazón en la fontana.

 

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